El ruido

La cicatriz se mueve, no con el roce de un dedo que eriza y astringe su piel, sino con el sutil y repentino susurro del pasado que vuelve a filtrarse: la herida se abre de nuevo.

Los puntos que parecían coser la carne, se aprietan y tensan, se rasgan lentamente a cada latido, anulados por la presión de un sonido que se creía olvidado.

La sutura cede y el alma se fractura bajo el peso de la habitación vacía: de nuevo grita de dolor, es el ruido del quiebro en soledad.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *