Empieza la función y surge la conexión: hilos invisibles se tocan durante un instante, y luego, desaparece la magia, el vínculo y el entendimiento. Nunca llegan a sujetar del todo, es un roce fugaz y efímero en un gesto compartido.
De repente, los aplausos llenan el aire, como si algo grandioso hubiese sucedido. Pero en realidad, nadie ha entendido nada.
Y entonces me pregunto si alguien, alguna vez, ha entendido a alguien.


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