Cierro los ojos.
Acaba de cumplir 20 años y está nerviosa. Empieza su último año de carrera, con grandes proyectos, y le sobra todo el planeta.
Los hijos son así: se apartan en su necesidad de claridad mental, en busca de independencia y mostrando la rebeldía de la edad.
Su hermano pequeño, por un año, le chincha; sabe cómo hacerla rabiar, pero en realidad se quieren, se entienden en esta época y conectan.
Antes de salir de casa, y aún con el olor de las velas recién sopladas en el ambiente, me abraza por la espalda en silencio.
Estrena un hermoso vestido de crochet hecho por su madre con mucho amor, para despedir el verano. Le deseo que disfrute la celebración con sus amigas y me despido de ella.
Abro los ojos.


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